«Un pesimista se queja del viento, el optimista, espera que cambie, el realista, ajusta las velas»… Hace poco llegó a mi esta curiosa frase de William George Ward, Teólogo Inglés, que hace una analogía curiosa con los marineros y las personalidades. Corren tiempos en los que parece que al fin las autoridades «nos dejan» ser optimistas… dentro de poco, de echo, nos obligarán a ello, como hasta hace bien poco nos han obligado a ser pesimista.  Sin duda, viendo la imagen que proponemos para este post, el optimista realista es quien mejor se prepara para cualquier circunstancia, profesional o personal. Las caracteristicas principales de los extremos (optimismo idealista y pesimismo) son la inacción… sentarse a esperar a que las condiciones o las autoridades cambien. A nuestro juicio, esa forma de actuar es la que ha prolongado en exceso esta crisis de la que, desgraciadamente, comenzamos a salir sin haber aprendido la lección (el tiempo lo dirá…): Hay que ser realista, afrontar cada día como una nueva oportunidad, sean cuales sean las circunstancias, y sobre todo ser capaces de proponer y buscar, por nosotros mismos, soluciones a los problemas del día a día… A las «poderes fácticos» no les interesa una sociedad capaz de pensar y solucionar sus problemas (de echo, si así fuera, nuestros políticos actuales hace años que no tendrían cabida en nuestro sistema…). Les interesan pesimistas u optimistas, personas que «esperen» a que las condiciones cambien para «actuar» y que mientras se dejen llevar por «el viento» que sople…